En las fincas se trabajó con protocolos de cuidado para el momento de la vendimia Fuente: LA NACION – Crédito: Marcelo Aguilar En tiempos de coronavirus el vino argentino dejará huella, en todos los sentidos. En medio de la pandemia y a pesar de las dificultades que enfrenta el sector, los especialistas consultados por LA NACION coinciden que este año, con una cosecha «menor, atípica e histórica», Argentina tendrá una bebida nacional de «excelente» calidad. Esto se debe a varios factores, principalmente climáticos y de sanidad de la uva, pero también al esfuerzo puesto en las hileras. Así, el desafío ahora también será que llegue a la mesa de los argentinos, ya que en los últimos meses el consumo se redujo un 30%, según sostienen en el sector, en relación con el 2019. De hecho, días atrás se conoció un informe de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar) demostrando ese escenario complejo. Por eso, la apuesta se centra en seducir a los consumidores con un producto superlativo. En diálogo con LA NACION, Alejandro Vigil, uno de los enólogos argentinos más reconocidos en el mundo, que se ganó el apodo de «Messi de los vinos», aludió a caldos que tendrán grandes condiciones y propiedades organolépticas y sensoriales. «Hemos tenido una cosecha excelente; si bien tuvimos una sequía y calores de diciembre y enero, hubo baja producción, lo cual nos ayudó a poder cosechar hasta 30 días antes, además de un febrero fresco. Es una cosecha muy atípica en todos los sentidos, pero sobre todo porque tenemos vinos con buena concentración, peso y, sobre todo, mucha acidez», expresó. El «winemaker» de Catena Zapata y copropietario de Bodega Aleanna-El Enemigo, quien aseguró que, hasta el momento, los mostos y los vinos son de «altísima calidad en general», principalmente por el «mix» entre una baja producción promedio del 20%, producto de las heladas y luego las sequías. «Nos trajo vinos potentes y con mucho carácter, sobre todo en los vinos del Valle de Uco», sentenció. Para el empresario José Alberto Zuccardi, líder de la reconocida firma Familia Zuccardi y titular de la Coviar, el escenario es prometedor por la calidad de la producción, a pesar del impacto de la pandemia. «Ha sido una cosecha rara; ya llevábamos la mitad cuando comenzó la cuarentena. Afortunadamente pudimos trabajar, tomando muchas medidas de seguridad para la gente, para evitar cualquier contagio. Fue un año muy seco y caluroso, con una maduración más temprana y con un 20% menos de uva, pero muy sana», indicó a LA NACION el profesional, y apostó: «Vamos a tener muy buenos vinos, resultado de un año con maduración precoz pero con uvas muy sanas y saludables. Del 2020 nos vamos acordar de la pandemia y también de la oportunidad de disfrutar de muy buenos vinos». En este sentido, entran ahora en juego también las estrategias de comercialización que se realicen para lograr llegar a más argentinos, en medio de la compleja situación económica doméstica y global. «Los hogares argentinos representan el 85% del consumo de vino. Por eso, apuntaremos a este sector para sostener las ventas. Sabemos que es un escenario difícil por el brusco impacto económico del coronavirus pero también apostamos a que es un momento de oportunidades, también para la exportación», expresó a LA NACION Sergio Villanueva, titular de la Unión Vitivinicola Argentina (UVA). Esta temporada, en el medio de las tareas, se declaró el aislamiento obligatorio, por lo que también aparecieron complicaciones y mucho sudor, mostrando la otra cara de lo que ocurrió puertas adentro de las fincas y bodegas. «El efecto de la cuarentena durante la cosecha impactó en la logística de acarreo de la uva a la bodega, disponibilidad de mano de obra y disminución del recurso humano dentro de la bodega. Esto no afecta de manera directa la calidad del vino, pero menos personal para las mismas labores, significa mayor horas de trabajo para menos recursos humanos, causando mayor cansancio y estrés de los autorizados a concurrir al trabajo», contó a LA NACION Rodolfo Dhuin, enólogo de Pacto Wines y de Bodegas y Cavas de Weinert. Pero, a pesar de los contratiempos, el joven profesional y emprendedor no deja de destacar lo que deparará la producción de esta temporada. «La calidad de la uva, su madurez y condiciones en general, nos van a brindar vinos de calidad superior a la media de los años anteriores», añadió. Para el enólogo Sebastián Gava, de la firma Susana Balbo Wines, la calidad siempre ha sido el objetivo. «Al ser un año cálido pudimos adelantar la cosecha de nuestras uvas, logrando el grado de madurez que siempre buscamos. Los vinos de esta cosecha se presentan en general con una excelente calidad, con muy buena concentración de color y estructura, y con una acidez optima que realza la frescura. Por eso consideramos que la cosecha 2020 va a ser una vendimia que quedará para el recuerdo», completó el elaborador de vinos. Desde el campo Gabriela Lizana, titular de la Asociación de Productores del Oasis del Este de Mendoza (Aproem), dio su postura a LA NACION sobre la realidad que vive como productora vitivinícola y el impacto que ha tenido la crisis por el Covid-19 en el sector. «La cosecha en cuanto a calidad fue excelente: los vinos seguramente serán excelentes. Nos tomó la cuarentena en medio de la cosecha pero el sector productivo hizo un enorme esfuerzo para concluirla de manera positiva», indicó. Sin embargo, los costos y los valores de la producción siguen siendo una deuda pendiente para el primer eslabón de la cadena. «Los precios de la uva, lamentablemente recién esta semana se fueron determinando por los formadores de precios; recordemos que el sector productivo sufre la existencia de un oligopsonio. Los precios son bajísimos; el mismo valor que tenían hace días, años, pero con costos crecientes, insumos dolarizados, en un marco de importante crisis», indico Lizana, quien vislumbra que este año «seguirá en caída la cantidad de viñedos, transformándose más productores en desocupados; algo que hace años es tendencia». El clima fue determinante en esta temporada, según destacaron todos los especialistas consultados por LA NACION. Así, coinciden en que se trató de un «año caliente», lo que empujó a una producción menor y muy singular pero con uvas muy sanas, que dará que hablar por varios años. De esta manera, al ser «muy caluroso», además de seco, con varios días consecutivos con temperatura por encima de los 40°C, tuvo como consecuencia que se adelantara la madurez en algunas variedades de ciclos más largos. El clima, determinante Por otra parte, las tempranas heladas de la época primaveral jugaron un rol fundamental. Esto también fue una complicación en cuanto a logísitica y personal, pero aseguran que será compensado con la calidad que tendrán los caldos. No sólo en la región Cuyo, que concentra el 70% de la industria vitivinícola argentina, se vivió este escenario complejo y prometedor, sino que en las bodegas y viñedos de la Patagonia y del norte del país vivenciaron una temporada similar, según pudo saber LA NACION de fuentes de la actividad. «La sanidad de la uva fue la mejor que yo recuerde en varios años; es fundamental este aspecto para la elaboración de vinos de alta calidad», explicó Rodolfo Dhuin, enólogo de Pacto Wines y de Bodegas y Cavas de de Weiner Por: Pablo Mannino 16/05/2020 fuente