El mayor crítico de vinos inglés, presentó esta semana su reporte anual de vinos argentinos. En charla con La Nación, Atkin, le quita dramatismo a la calificación de etiquetas y hace un crudo análisis del rumbo vitivinícola local Cada año, Tim Atkin recorre el país de norte a sur para catar unos 1800 vinos, analizar los viñedos y reunirse con productores y viticultores, invitado por Wines of Argentina, la entidad responsable de la marca Vino Argentino en el mundo. Crítico reconocido por sus incisivas puntuaciones, el británico es quien, desde 2011, elabora anualmente un reporte sobre vino argentino y un ranking de las mejores etiquetas del país. Para Atkin, que acaba de presentar su reporte anual de Argentina, el vino no es un puntaje, pues, como dice en esta charla con la nacion revista, «me interesa la gente y las historias detrás de los vinos, no solamente los números». En su análisis, el crítico aclara que si bien el país puede producir el estilo de vino que quiera, local a las bodegas a enfocarse en la producción de vinos de media y alta gama, ya que estas etiquetas son las que reafirman la identidad y las fortalezas locales. ¿Cuándo escuchaste hablar de Argentina por primera vez? Creo que mis primeros recuerdos de Argentina están relacionados con el fútbol. Todavía recuerdo estar mirando por televisión el Campeonato Mundial de 1978 en mi adolescencia, así que fue emocionante hospedarme la semana pasada en el Gran Hotel Potrerillos, el mismo hotel donde estuvo el equipo holandés. No sabía en ese entonces la importancia que tomaría luego el país en mi vida ¿Cómo te llegó el primer vino argentino? El primer vino argentino que degusté lo importaba la cadena británica de supermercados Tesco, y se vendía bajo la etiqueta del propio supermercado. Se llamaba Picajuan Peak (ni siquiera estoy seguro si ese lugar existe) y era un blend blanco de Zuccardi a buen precio. ¿Por qué pensás que los vinos argentinos entraron en la órbita de la escena internacional? Fue por una serie de factores. El vino argentino tenía muchas cosas a favor: buenos volúmenes, un clima estable y una lista de variedades de uva que no tiene comparación con otras de Sudamérica. Y también está el malbec, al igual que el tango, el fútbol, la carne, los gauchos y Buenos Aires. Era un combo atractivo y lo sigue siendo. ¿Podrías definirme tres momentos de cambio, mejora o rupturas en las propuestas del vino argentino desde que lo estás puntuando? Llevo escribiendo sobre el vino argentino desde 1992, incluso antes de comenzar a puntuarlos en 2012. Durante este tiempo señalaría tres momentos: la llegada del riego por goteo a mediados de los años 90, que significó la posibilidad de desarrollar viñedos en pendientes, con mayor notoriedad en el Alto Valle de Uco; la apertura de Clos de los Siete en Campo Los Andes, que mostró que los dueños de los prestigiosos châteaux de Burdeos estaban tomando a la Argentina seriamente, y por último y más recientemente, el haberse dado cuenta de que un vino no necesita añejarse en contacto con tanto roble para ser bueno. Argentina está logrando un mayor equilibrio en sus vinos. ¿Cuál es el concepto actual que tenés acerca de los vinos argentinos? Es sumamente positivo, a pesar de los constantes vaivenes económicos del país en general. La escena vitivinícola de Argentina nunca ha sido tan diversa o atractiva, con el desarrollo de nuevas áreas, con un sentido de autoconfianza en los vinos que el país mejor sabe hacer y con algunos de los más talentosos winemakers del Nuevo Mundo. Nacido en Gran Bretaña hace 59 años, Tim Atkin es periodista, locutor y Master of Wine, colaborador de las revistas sobre vinos más prestigiosas del mundo y autor de varios libros sobre el tema. En su sitio web timatkin.com pueden encontrarse sus artículos y reportes ¿Qué futuro le ves? Uno muy prometedor, aunque creo que se está produciendo demasiado vino entry level y el mercado para este tipo de vinos parece que está en baja a nivel doméstico. Considero que en algunos viñedos es necesario remover algunas plantas o replantarlos con otras cosas. Argentina va a prosperar y tener más éxito si se enfoca en los rangos de precio medios y altos. Es difícil ver un gran futuro en el vino a granel. ¿Hay que seguir con el malbec o mostrar otras cepas? Idealmente, las dos cosas. La variedad malbec es fantástica y ha ayudado a crear la reputación de Argentina como país vitivinícola. También estamos viendo que tiene la capacidad de ofrecer diferentes aromas y sabores en diferentes regiones y subregiones. Por lo tanto, en este sentido, la historia del malbec está apenas comenzando. Pero creo que Argentina debería producir más vinos de otros estilos, algunos de los cuales, como el semillón o la criolla chica, ya tienen un camino recorrido. Argentina puede producir el estilo de vino que quiera, desde espumosos y fortificados hasta tintos, blancos y rosados de cualquier tono y variedad. Su diversidad está poco apreciada por el consumidor. Pareciera que hay regiones más nuevas que le van sacando protagonismo a lo que hace 20 años llamaban vinos del Nuevo Mundo. ¿Qué zonas están siendo una novedad y que opinión te merecen sus vinos? No hay ningún país grande que pueda competir con los gigantes del Nuevo Mundo, con la posible excepción de China, cuyos vinos parecen un tanto diversos en cuanto a calidad para mí. Por tanto, Argentina, Australia, Chile, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Estados Unidos van a continuar dominando la escena. De los países productores más pequeños, creo que Uruguay es realmente atractivo, en parte por el cambio climático, pero también por el desarrollo de nuevas áreas como Maldonado. ¿Qué busca el consumidor internacional hoy? Esta es una pregunta difícil de responder. Creo que depende del país y de cada consumidor en particular, lo cual lo vuelve difícil para las bodegas en ciertos aspectos. Un consumidor de vino tinto de Shangái quizás no desee lo mismo que uno de Londres. Es por esto que los productores, en primer lugar y por sobre todas las cosas, deberían hacer los vinos que quieren hacer, antes que tratar de adivinar lo que quiere el mercado. Dicho esto, creo que hay un giro global hacia vinos más frutados, con menos madera y con niveles de alcohol más bajos. ¿Quién es hoy nuestro principal competidor respecto de la elección de los consumidores? Creo que están compitiendo con todos, especialmente con otros países que producen grandes volúmenes, como España, Chile, Francia, Italia, Australia o Estados Unidos. Pero es importante recordar que Argentina es única, para bien o para mal, y debe concentrarse en sus fortalezas. «No hay muchos vinos argentinos que tengan mejor sabor luego de 20 años en botella que el que pudieron tener entre cinco y ocho años de envejecimiento», dice Atkin sobre la decisión de dejar añejar mucho un vino ¿Dónde crees que deberíamos poner la mirada para crecer en el mundo internacional? En calidad, calidad y más calidad. No creo que su foco tenga que estar puesto en el volumen. Ese es un juego que nunca van a poder ganar. Hagan lo mejor que puedan en una variedad de rangos de precio y en diferentes estilos, y expresen la diversidad de sus terroirs. ¿Qué regiones de Argentina y qué estilos de vinificación te llamaron más la atención en los últimos 3 años? Chapadmalal, Chubut, Jujuy, La Carrera (Valle de Uco), Potrerillos y Uspallata. Quedé fascinado con las nuevas áreas por el potencial de estas regiones, que contribuyen a la diversidad de Argentina. ¿Cómo está hoy el tema de los puntajes? Hace 15 años fueron un boom, ¿pensás que el consumidor actual busca solo el número o quiere que el crítico le cuente otra cosa, una historia detrás? Los puntajes no son ni más ni menos que una forma útil de transcribir las preferencias de un crítico. Creo que han ganado su lugar, pero es importante mirar el trabajo y la escritura que hay detrás del número. Es por eso que cada año paso tres semanas viajando por Argentina para hablar con productores y viticultores, mirar los viñedos y degustar cerca de 1800 vinos. Me interesa la gente y las historias detrás de los vinos, no solamente los números. En lo que respecta a los puntajes, los consumidores deberían encontrar uno o más críticos en quienes confiar y seguir sus recomendaciones cuando las crean útiles. Pero no deberían olvidarse de que una puntuación y una reseña del vino son simplemente una opinión. Está bien no estar de acuerdo y es muy importante desarrollar un paladar propio. ¿Cuáles fueron los vinos mundiales que más te asombraron el año pasado? Son muchísimos. Soy muy afortunado en mi trabajo al tener que degustar vinos de todo el mundo. Pero Tenerife fue el que más me atrapó el año pasado, tanto el lugar como sus vinos. En parte por su historia como la cuna del vino del Nuevo Mundo. Nunca había ido antes y estoy muy interesado en volver. ¿Los vinos que salen al mercado, hay que guardarlos o abrirlos y consumirlos? Depende del vino. No hay nada mejor que abrir un vino añejo. Tuve la suerte de degustar un blend tinto de Norton de 1963 en este viaje y fue increíble, pero también es triste cuando los vinos son tomados demasiado añejos. Soy miembro fundador del club DIY [Drink It Young, tomalo joven] en el Reino Unido, por lo que mi preferencia va generalmente por la fruta y la frescura antes que los sabores y aromas terciarios. No hay muchos vinos argentinos que tengan mejor sabor luego de 20 años en botella que el que pudieron tener entre cinco y ocho años de envejecimiento. Por: Sabrina Cuculiansky 17/05/2020 fuente