Se elabora en Mendoza pero lleva la marca chilena. Llega para competir con los argentinos en el segmento premium.
«Es cierto que nosotros somos embajadores de Chile en el mundo, pero Casillero del Diablo es una marca con una larga historia que siempre tuvo vocación internacional», dice a Clarín Sebastián Aguirre, Gerente de Marketing global. «Es una gran apuesta porque nos permite acercar la marca al consumidor argentino, que valora mucho el vino local y tiene un paladar con preferencias bien claras», agrega.
La primera línea hecha en Argentina es Casillero del Diablo Reserva, la más relevante para la bodega en volumen. Y, si bien se ubica en el segmento premium, es la más accesible, ya que el resto de las categorías corresponden a gamas más altas. El lanzamiento consta de cinco variedades : Cabernet Sauvignon (la cepa más vendida de las que se hacen en Chile), Malbec, Chardonnay, Red Blend y un espumante Extra Brut. Todas tienen un precio sugerido de $ 515 y están destinadas únicamente al consumo interno. La producción inicial es de 30 mil cajas de 9 litros, de las cuales un 60% es Malbec.
Terroir mendocino con impronta chilena
En Casillero del Diablo se jactan de ser una marca legendaria, cuyo nombre refleja una historia ocurrida hace más de un siglo y que tiene como protagonista al fundador, Melchor de Concha y Toro, empresario y político chileno del siglo XIX. «Don Melchor» plantó sus primeras viñas en el Valle de Maipo (en las cercanías de la actual ciudad de Santiago), en 1883. Para evitar que le robaran sus botellas más preciadas, el bodeguero hizo circular el rumor de que estaban protegidas por el demonio, para que nadie se acercara. De ese modo pudo expandirse y, con el tiempo, aquel emprendimiento se convirtió en uno de los emporios vitivinícolas más grandes del mundo.
Hoy Casillero del Diablo está presente en 140 países y, con 5.8 millones de cajas vendidas en 2019, está en puesto 9 del top 10 mundial, según publicó recientemente la revista británica The Drinks Business.
Sin embargo, hasta ahora, todas sus botellas contenían vino hecho en Chile. ¿Cómo es entonces el nuevo Casillero del Diablo hecho en Mendoza? «Si bien el terroir define lo que son los vinos, también está el trabajo enológico que puede ir jugando con la personalidad y el carácter que se le puede dar. Creemos que el Malbec, por ejemplo, tendrá la tipicidad propia del Malbec argentino pero con la interpretación del equipo de Casillero del Diablo», sostiene Sebastián Aguirre.
En cuanto a la posible resistencia del público argentino a consumir una etiqueta chilena por cierta rivalidad cultural y futbolística, Aguirre es optimista. «Es cierto que existen algunas rivalidades pero creo que al final son más las cosas que nos unen que las que nos separan. Los dos somos productores de vinos del Nuevo Mundo y juntos tenemos presencia internacional representando a Sudamérica», concluye.