El 17 de abril se celebra el Día Mundial del Malbec, una iniciativa que fue impulsada en 2011 por Wines of Argentina y que tiene como objetivo no solo homenajear a la cepa emblema de la Argentina, sino también, seguir dándole impulso en los mercados internacionales.
Tal como se detalló en esta nota de iProfesional, con más de 44.000 hectáreas plantadas en el territorio nacional, el Malbec representa el 38% de las variedades tintas y el 22% de la superficie total cultivada en el país, «convirtiéndose en la variedad más extendida desde el año 2011 y la que más ha aumentado su superficie en los últimos 19 años».
Además, el año pasado hubo 520 establecimientos que despacharon vino argentino hacia el mundo, también según el INV. Esta cifra es un 27% superior a los 409 que se habían registrado el año previo. Y casi 5 de cada 10 litros que se enviaron al exterior, considerando todas las categorías, correspondieron a la variedad Malbec, lo que demuestra cómo es la cepa que domina el negocio.
En este contexto, iProfesional dialogó con dos reconocidos críticos internacionales: el periodista chileno Patricio Tapia, jurado de numerosos concursos a nivel mundial y creador de la guía Descorchados; y con Michael Schachner, editor para Sudamérica de Wine Enthusiast, para conocer el presente y futuro de la cepa emblemática argentina.
Consultado por este medio sobre el presente de la variedad y el abordaje que realizan enólogos y bodegas, Tapia resaltó como un aspecto sumamente positivo «la diversidad de miradas con respecto al Malbec y también la idea de que hay un abanico de lugares que pueden dar grandes vinos en el futuro».
«Hay muchas más voces cuyo mensaje es ahora rico en matices», destacó, resaltando así la amplia oferta que encuentran los consumidores de Argentina y del mundo.
Desde que Tapia degusta vinos argentinos, el Malbec ha cambiado, y mucho. Se ha diversificado en términos de estilos, zonas y formas de abordarlo. Sin embargo, ¿hay espacio para que el Malbec siga sorprendiendo aquí y en el mundo?
Sobre este punto, el periodista opinó que «se ha dado un paso muy importante: mover al Malbec desde un lugar en donde primaba el estilo enológico a un lugar en el que lo que importa es el sentido de origen. Ese paso se acaba de dar».
Sin embargo, también advirtió que esta tendencia todavía es incipiente y que queda mucho trabajo por delante: «Falta profundizar en todo esto, que es algo que recién comienza y que debiera ser comunicado y tratado como tal: un recién nacido, es decir, con mucho, pero mucho cuidado».
«Todo esto recién comienza y la diversidad que hoy muestra el Malbec será mucho mayor en el futuro. ¿Techo? No tengo idea si lo tiene. En Barolo, ¿hay un techo para el Nebbiolo? En Borgoña, ¿hay uno para el Pinot Noir?», disparó.
Acto seguido, dejó una recomendación para enólogos y bodegueros: «Lo que ha cansado al mercado norteamericano es un tipo de Malbec; el dulce, el sobremaduro, el estandarizado, el Malbec sin carácter. Para los otros aún hay mucho espacio. Y mientras menos se use la palabra Malbec y más se use el nombre del origen del vino, mucho mejor».
«En el futuro, lo ideal sería que el genérico no fuera Malbec, sino que sea ‘tinto argentino’ y que la gente buscara primero eso, y que luego se fuera por el origen. Sería un mundo ideal, como dije», concluyó.
Michael Schachner, editor para Sudamérica de Wine Enthusiast, se mostró un poco más crítico sobre el futuro de la cepa emblema argentina en los mercados internacionales.
«El Malbec sigue siendo la uva característica de Argentina, pero ese ‘romance’ que existió hace ocho o diez años se ha enfriado. Los romances siempre comienzan con ímpetu y luego se enfrían con el tiempo. Ahí es donde entra la fuerza de una relación y no estoy seguro de que la relación entre el bebedor de vino estadounidense y el Malbec sea tan fuerte como podríamos esperar», sostuvo.
Desde su punto de vista personal, los vinos Malbec que están al más alto nivel «son los de altitud, de zonas como Gualtallary, Chacayes, La Consulta y Altamira. Aprecio la frescura de estos vinos. Todavía me gusta el Malbec de Luján de Cuyo, mientras que encuentro que los vinos de Salta son algo inconsistentes; mientras que el clima patagónico es demasiado frío para un gran Malbec».
Como «sugerencia» para enólogos y bodegueros, Schachner recomendó evitar caer en una de las trampas en las que ya cayó la Argentina, especialmente con los Malbec de bajo precio: «Copiar los llamados ‘critter wines’, que le causaron daño a Australia«.
«Son vinos basura destinados a compradores ingenuos a los que les gustan las etiquetas. Afortunadamente, no he visto demasiados vinos de este tipo últimamente, así que creo que la Argentina se dio cuenta de que estos vinos no tienen poder de permanencia y no transmiten ningún sentido de calidad o clase», explicó.
Otra trampa, según el experto, es pensar que los vinos como Torrontés, Cabernet Franc, Sauvignon Blanc o Syrah alguna vez se venderán en grandes cantidades.
«No lo harán, porque la Argentina, para bien o para mal, está ligada al Malbec», concluyó de manera contundente.
14/04/2020 fuente