
En Chubut, Ernesto Ayling tiene vacas, ovejas, caballos, produce cerezas y se lanzó a la producción vitivinícola con foco en un producto diferenciado.
Bovinos, ovinos, caballos criollos, cerezas, vinos y, por si fuera poco, dirigente ruralista. Ser productor agropecuario en el sur de la Argentina para muchos sería engorroso, sin embargo para Ernesto “Tito” Ayling desde siempre fue todo un desafío. Nacido en Comodoro Rivadavia, pertenece a la cuarta generación de productores agropecuarios en Chubut.
Todo comenzó hace casi un siglo cuando desde Sudáfrica y,después de la guerra entre ingleses y holandeses, su bisabuelo Diego Juan Venter llegó a Comodoro Rivadavia, donde le habían asignado unas tierras. Allí, cerca de Aldea Beleiro, un poblado rural de 250 habitantes y a unos siete kilómetros de la frontera con Chile, se dedicó a ser productor ovino, actividad que fue pasando a sus descendientes.
Fue así que la familia de Ayling vivió y creció en ese lugar. Sus primeros años escolares transcurrieron en una escuela cercana pero, aun en primaria, sus padres consideraron enviarlo pupilo a un establecimiento educativo en la localidad bonaerense de Cardales. Solo en los veranos volvía al sur y retomaba ese apego con el campo.
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“Los primeros años pupilo me costó, extrañaba la vida de familia en el campo pero, con el tiempo esa falta de alguna manera me formó y me ayudó para arreglármelas solo en cualquier situación. Hoy, agradezco haberlo vivido”, cuenta a LA NACION.
Luego de estudiar Agronomía y antes de regresar a su tierra, prefirió formarse en una cabaña ganadera y comenzó a trabajar con los Gutiérrez, criadores bovinos de la provincia de Buenos Aires. Fueron 15 años en los que Ayling fue adquiriendo todos los conocimientos de cómo funciona una cabaña hasta que llegó el momento de volver a sus raíces y volcar en el campo familiar todo lo aprendido en ese tiempo.
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Ni bien llegó, lo primero que hizo es hablar con Nicolás, su padre, para comentarle de los proyectos que tenía pensado desarrollar. Quería desafiar el clima con genética: convertir sus rodeos generales de hacienda en cabañas de punta.
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“Sabía que la raza Hereford era la que mejor se adaptaba a la zona pero después también empecé con una cabaña Angus. Y, como todo iba sobre rieles, hice lo mismo con la majada de ovejas Merino y hace un tiempo sumé otra raza ovina: la Corriedale. Años atrás también me hice criador de Caballos Criollos. Y me metí en el gremialismo y en la actualidad soy director del distrito 13 (Neuquén, Río Negro y Chubut) de la Sociedad Rural Argentina”, detalla.
En este contexto, decidió participar de diferentes exposiciones con animales de las diferentes razas que criaba, donde los resultados fueron más que fructíferos. Pero su espíritu innovador le iba a pedir seguir diversificando. En el 2020, la familia compró unas 60 hectáreas en Colonia Sarmiento y el productor le propuso a su padre poner unos 2000 árboles de cerezas en unas tres hectáreas.
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“Contábamos con una ventaja importante, es la última cereza que se cosecha a nivel país. En principio, comenzamos a exportar con una cooperativa local pero al estar tan lejos de todo y ser un producto perecedero, decidimos volcar nuestra producción al consumo interno”, describe.
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El último reto comenzó solo tiempo atrás cuando llegó a sus oídos que un productor que tenía un establecimiento un poco más al norte del suyo había incursionado en la producción vitivinícola y que andaba bien.
“Nos volcamos a este nuevo emprendimiento. Hoy ya tenemos dos hectáreas de las variedades de uvas Pinot Noir, Chardonnay, Cabernet Sauvignon, Pinot Gris y Merlot. La idea es, para ir aprendiendo del negocio, crecer dos hectáreas más por año hasta llegar a 10. El vino es un producto que no tiene límites, se puede seguir desarrollando, jugar con sus sabores”, señala.
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“Nuestra primera cosecha la tendremos el año que viene. Somos los productores de vino más australes de la Argentina. Queremos producir vino aquí mismo”, añade orgulloso.
Con sus 44 años y con varias producciones en marcha, Ayling no olvida a su primer “amor”: las ovejas. “Para el futuro, tengo como desafío pendiente impulsar la carne ovina para que crezca su consumo interno. Tengo mi corazón en el ovino, fue el que me dio de comer, por el que pude estudiar y desarrollarme. Todo gracias a la oveja, de eso no lo olvido”, finaliza.
Por Mariana Reinke
14/04/2022 fuente