José “Pepe” Galante pertenece a la élite de los más experimentados por trayectoria y por ser uno de los pocos que ya tiene más de 45 cosechas en su haber. “El mundo del vino es tan dinámico que nunca considero haber llegado a la meta”, dice Si bien el día del enólogo es el 7 de septiembre; conmemorando cuando el presidente Domingo Sarmiento inauguró la Quinta Normal de San Juan en el año 1862; un solo día no alcanza para honrar a quienes dedican su vida a embotellar placer para millones de personas cada año. Es cierto que el vino nace en el viñedo y que de ello se desprende el concepto francés de “terroir”. Pero también, que no existiría el vino sin la acción del hombre. Es por ello que la formula fundamental detrás de cada etiqueta es suelo + clima + acción del hombre. Lo especial del lugar con su clima brindará la posibilidad de obtener uvas de gran calidad. Y es a partir de ahí que el hacedor puede aspirar a lograr un gran vino, definiendo el tipo de poda, el manejo de la canopia de la planta y el riego a lo largo del año. Después, lo más importante, el punto de cosecha. Y luego su vinificación. Tantas cosas pasan y tantos planetas deben alinearse para que una botella de vino llegue a la mesa del consumidor tal como el winemaker imaginó. Por eso el vino es mucho más que una bebida, a través de las copas permite viajar a su origen y conocer la historia de su autor. Claro que, a lo largo del tiempo, el prestigio de un lugar ha trascendido a las bodegas y a las personas, sobre todo en el Viejo Mundo (Europa), donde llevan muchos años de ventaja vinificando en diferentes regiones. Por lo tanto, no es una novedad que los mejores vinos del mundo vengan de lugares específicos, con historia y un merecido prestigio adquirido. Pero el vino no se hace solo, y menos en la Argentina. Acá, fueron primero los varietales; como en el Nuevo Mundo; los que lograron sacudir el tablero. Pero esa moda duró muy poco. Luego, empezaron a llegar los vinos de lugares. Y de la mano de la vitivinicultura de precisión, pasamos de grandes zonas como el Valle de Uco, a vinos de parcelas únicas dentro del mismo valle; por ejemplo. Y si bien esto permitió rescatar del olvido a la Denominación de Origen Lujan de Cuyo, y crear varias IG (Indicaciones Geográficas) de lugares con mucho potencial, hoy la cosa ya pasa por otro lado. Porque lo importante no es tanto el lugar en sí mismo, sino la interpretación que cada hacedor puede hacer de ese lugar. Por lo tanto, abarcar un lugar a través de sus mejores vinos sin ir de la mano de un hacedor, no tiene mucho sentido. Porque no es solo cuestión del suelo de un lugar y su clima, sino también de una persona poniendo su impronta para poder embotellar ese paisaje, y poder revelarlo en las copas. Sin dudas en la Argentina, el comienzo del siglo XXI se puede denominar como “la era de los enólogos”, y uno de los referentes, de los pocos que ya tiene más de 45 cosechas en su haber y miles de vinos de alta gama elaborados, es José “Pepe” Galante. Formador y reflejo para las nuevas generaciones, “Pepe” pertenece a esa elite de los más grandes enólogos argentinos, los más experimentados por una cuestión de trayectoria. Un hacedor que siempre le hizo honor a su apellido en el estilo de sus vinos (elegantes). Y desde que está ciento por ciento dedicado al Valle de Uco parece haber renacido vínicamente. Porque luego de casi tres décadas al frente de Catena Zapata, en 2010 llegó a Salentein, y provocó una revolución, no solo en los vinos de la bodega sino de la región. José Galante y su familia, todos, a su manera, expertos en vinos Pero lo más valioso para Pepe Galante es haber podido, conquistar el sueño de elaborar vinos propios, esos que se hacen junto a la familia, a gusto y piacere, pensando más en los nietos que en el mercado o las ventas de turno. Sin tener la presión de tener que responder a las exigencias del mercado, pero con la seguridad que su experiencia es suficiente para hacer conocer sus Puramun. Una historia de vinos y de vida Cuando José Galante comenzó a trabajar de enólogo, allá por la cosecha 1976, en el Valle de Uco y en Vistalba se compraban algunos vinos sólo para teñir los del Este; la gran zona de producción mendocina. Desde aquella primera añada hasta esta 2022 que ya comenzó, han pasado 46 vendimias, suficiente para reconocerlo como uno de los más grandes enólogos de la historia argentina. Semejante título le queda chico, porque Pepe aún tiene mucho camino por recorrer. La suerte de Pepe fue siempre estar vinculado a vinos de alta gama. En sus primeros años, detrás de etiquetas como Valderrobles y Saint Felicien, y hoy luciéndose con los Primus, Salentein Single Vineyards y Numina de Salentein, y todos sus Puramun. Eso le permitió degustar las uvas desde siempre, para poder entender a cada variedad antes que llegar a la bodega, y así poder planificar mejor en función del vino a elaborar. Por aquel entonces, sus colegas agrónomos trabajaban cantidad sobre calidad. Ni se hablaba de raleo de racimos, ni des brotes, ni deshojes. Los grandes vinos provenían de los viñedos más viejos porque se equilibraban solos, naturalmente. En 1990, fue su primera cosecha en el exterior, junto a Paul Hobbs en Napa Valley. De aquel viaje regresó impactado por la alta tecnología y su implementación. Hasta ese momento Pepe oxigenaba todos sus vinos con bombas de bronce. Al cabo de un año, los vinos estaban todos estandarizados por el paso del tiempo y la oxidación. Inmediatamente tiró todas las maderas y reemplazó los viejos toneles por tanques de acero inoxidable, comenzó a medir el oxígeno y puso el foco en armar equipos de trabajo, con la valiosa gente de la vieja escuela. Su silenciosa pasión por el vino es de familia. Su abuelo llegó de Italia y tuvo de propia bodega en el Este. Su padre también trabajó como encargado en una bodega, pero para su hijo pretendía un futuro más promisorio; ser contador. Un día de estudio cualquiera, regresando de Mendoza un poco agobiado por los números, decidió bajarse en Rodeo del Medio e ir a averiguar por enología a la Don Bosco. Pepe Galante no duda en señalar al cura Oreglia, fundador de la facultad, como el referente de una camada de profesionales que cambió el vino argentino para siempre. Y mientras cursaba la licenciatura en enología, el cura le mostró lo que se estaba haciendo en el mundo, con un enfoque muy italiano. Fue allí donde escuchó por primera vez una discusión sobre terroir, y la definición que lo marcó para siempre: la interacción entre suelo, hombre y clima. De muy bajo perfil y fan del Chardonnay, sabe que lograr un gran vino es la sumatoria de muchos detalles. Es por ello que desde hace años confía en la investigación para entender donde está parado, y hacia donde tiene que ir. Siempre mirando más el qué va a hacer que deteniéndose en lo que hizo bien. Le encanta hacer Cabernet Sauvignon, y reconoce que le cuestan el Bonarda y el Merlot, que sufre mucho en Mendoza. Dice “es un albino que lo trajeron a vivir al hemisferio sur”. No puede guardar vinos porque se los toma, dice No puede guardar vinos porque se los toma. Es más, con Betty, su mujer de toda la vida, todas las noches se toman una botella de vino. Y los domingos, cuando la familia se junta y se regodea con sus cinco nietos, en su casa se descorchan entre cuatro y cinco botellas, porque sus hijos también son fanáticos del vino. Desde 2010 está en Salentein e instalado de lleno en el Valle de Uco. Y en estos años se puede decir que ha revolucionado los vinos de la bodega, y también del valle. Se mueve y habla con la paciencia de los que saben. Pero su pasión va por dentro, y eso lo demuestra en estos vinos que reflejan su personalidad tal cual es; clásico y elegante. No impactan al primer sorbo, pero sí llaman la atención, y sólo una copa basta para entender su mensaje. Los Puramun son vinos de partidas muy limitadas que comenzaron vendiéndose solo en el exterior. Pero él, como pocos, sabe que hay que ser profeta en su tierra, y la importancia de tener sus etiquetas también disponibles en el mercado interno. Pero en una pequeña bodega familiar, todo es a pulmón. La producción, las ventas, la logística. Incluso para Eliana y Fernando, sus hijos, que colaboran con el emprendimiento familiar, comprobaron las ventajas de ser “hijos de Pepe” en el mundo del vino, aunque eso no los exime de hacer grandes esfuerzos para que el negocio sea cada vez más sustentable. Y si bien comenzaron vendiendo los vinos en algunas vinotecas selectas, hoy los Puramun se ven en muchas más tiendas en todo el país y en los mejores restaurantes. Los vinos personales de “Pepe” galante “La filosofía y el estilo de nuestros vinos apunta a vinos muy frescos y frutados, finos y elegantes”, describe el hacedor. Como la gran mayoría de los proyectos argentinos dedicados al vino, Puramun comenzó dedicándose al Malbec, con un exponente “Reserva” y otro de alta gama, cofermentado con Petit Verdot, y pensado más para la guarda; por eso llega siempre al mercado con al menos cinco años de vida. Para lograr su primer Malbec Reserva (2013), utilizó uvas de distintos lugares del Valle de Uco, Eugenio Bustos; “me gusta este lugar porque los Malbec si bien son austeros al inicio de su vida, luego crecen y son muy longevos, con mucha elegancia y fineza, textura de taninos firme y sedosa que necesitan tiempo para madurar”; afirma. Combinándolas con uvas de Vista Flores; “estos son más modernos, con una fruta muy presente, taninos y buen cuerpo, con mucha frescura en boca”; asegura. Y finalmente de la zona de Chacayes; “estos Malbec tienen una expresión que yo personalmente defino como más exótica, tienen todo lo que uno busca en un Malbec, si bien pueden parecer algo raros desde el punto de vista tradicional”; dice con entusiasmo. Luego surgió el Puramun Co-fermentado a base de Malbec y Petit Verdot con mucha vida desde la viña. Las uvas son cosechadas y fermentadas juntas, lo que requiere gran sensibilidad del autor para visualizar el corte final del vino directamente desde el viñedo. Para Pepe, las claves del Malbec para seguir siendo la cepa emblemática de la Argentina están en la gran adaptabilidad que ha tenido a nuestros suelo y clima “El resultado de una intensa búsqueda del compañero perfecto para el Malbec. Un socio que lo ayude a tener más cuerpo, volumen y longitud en boca. Y en este sentido el Petit Verdot sin dudas es el socio perfecto: nunca compite con el Malbec y lo potencia”, sostiene Pepe. Y agrega, “me parece que hablando de Malbec de Alta Gama el camino que está transitando el varietal está más orientado a reflejar el lugar y no tengo ninguna duda que la aparición de las IG (Indicaciones Geográficas) son una clara demostración de ello”, asegura. Para Pepe, las claves del Malbec para seguir siendo la cepa emblemática de la Argentina están en la gran adaptabilidad que ha tenido a nuestros suelo y clima. “El Malbec crece y se expresa mejor en suelos pobres, y en la Argentina los encontró. En un clima desértico continental, con pocas lluvias y baja humedad relativa. Allí, el Malbec crece libre de las enfermedades criptogámicas a las cuales es sensible; ese riesgo en Argentina es menor. Y finalmente y me parece que esta es la razón principal, el Malbec ama al sol y acá tiene mucha disponibilidad de sol, y toda su paleta aromática se ve muy estimulada por esa luminosidad y la carga polifenólica; especialmente en los Malbec de altura. Luego se sumó el Chardonnay, una de sus mayores habilidades y debilidades, a la hora de beber, ya que es el vino blanco que más le apasiona. En este vino puntualmente la sintonía es bastante fina, hay una gran selección de uvas y una cosecha más temprana, con una utilización de barricas más medida, con la idea de lograr en cada cosecha un Chardonnay con tipicidad y la frescura del lugar, con un carácter frutal que se sienta en nariz y boca, pero siempre equilibrado. El Cabernet Franc de Puramun llega por exigencia del mercado, pero también porque es una cepa que Pepe Galante conoce muy bien, ya que fue el creador del Angélica Zapata 2002. Y sabe que en el Valle de Uco se da de manera especial. “Nuestro Cabernet Franc es un vino elaborado con uvas provenientes del Paraje Altamira dentro del Valle de Uco. Esta zona está ubicada a 1500 msnm. Aquí el suelo tiene la particularidad de situarse donde era el cono aluvional del río Tunuyán. Presenta aromas típicos de la variedad, con notas ligeramente herbales y frutales. El estilo que buscamos es ligeramente herbal en nariz y francamente frutal en la boca, con mucha frescura en el final de boca”, destaca el hacedor. Como novedad, está próximo a presentar su Pinot Noir, cosecha 2020. “Algo que vengo pensando desde hace ya varios años es hacer nuestro Gran Pepe, estamos trabajando con las antiguas vasijas de arcilla, las antiguas tinajas de barro, en alianza con el roble, con el cual consideramos, tenemos mucha experiencia”. Por supuesto, siempre con uvas del Valle de Uco. “Esto es lo maravilloso que tiene el mundo del vino, todo es tan dinámico que nunca consideramos haber llegado a la meta, hay que seguir trabajando, pensando e innovando para ofrecerle al consumidor la mejor versión de nuestros vinos”, destaca. Está claro que en Puramun puede trabajar en esa dirección porque son sus vinos propios, y a través de ellos poder transmitir la pasión, el amor y la visión de toda una familia dedicada al vino. Su nivel de detalle ha ido más allá de las parcelas, hileras o plantas; ha llegado hasta el racimo. Algo así como una viticultura de estilista No obstante, según su trayectoria, es fácil adivinar que en breve puede llegar a venir un Cabernet Sauvignon, ya que junto con el Chardonnay son las dos uvas más apreciadas por el winemaker. Con ellas también a elaborado grandes vinos desde finales de los 80′, algunos de los cuáles todavía se muestran expresivos y equilibrados. El fanatismo de Pepe Galante por el rey de los tintos es conocido y reconocido en grandes etiquetas nacionales (Estiba Reservada, Angélica Zapata, Primus y Salentein Gran Valle de Uco). Aunque en las alturas de Uco no es tarea fácil, es por eso que la búsqueda continua. Ya tiene identificado al clon 169 (el más difundido en Mendoza) y al 337, que no tiene tanta potencia pero que aporta fineza, y sabe que antes de cosechar se debe sacrificar el ala (una parte saliente del racimo) para lograr una mejor concentración natural de los granos. Es decir que su nivel de detalle ha ido más allá de las parcelas, hileras o plantas; ha llegado hasta el racimo. Algo así como una viticultura de estilista. También sabe que cosechando en el momento preciso logra más carácter de casis y mucho menos vegetal. Nunca olvidará su primer vino, justamente un Cabernet Sauvignon, pero de Santa Rosa, elaborado junto a su gran compañero de ruta, Pedro Marchevsky, en 1986. Y mientras esos vinos evolucionaban en grandes toneles de roble; donde sólo podían oxidarse y “permanecer sin madera”; sin saber el éxito que les esperaría al llegar al mercado, Diego Maradona marcaba los dos goles memorables a los ingleses en México. Puramun es más un proyecto familiar que personal, porque todos participan de todas las decisiones, aunque cada uno tiene su área de influencia. Incluso Bety, la esposa de Pepe, es una gran catadora. Actualmente reparte su día a día entre Salentein y la bodega familiar; siempre dentro del Valle de Uco; pero también dedica mucho tiempo al deporte (ciclismo) y a los nietos. Y si bien hay muchos enólogos más jóvenes que él haciendo de las suyas por la zona; desafiando límites vitivinícolas y dando a luz vinos tan originales por fuera como por dentro; la experiencia de Pepe se nota. Porque la paciencia es algo que se adquiere con los años. Y a esta la alimenta la confianza de tener en claro a donde se quiere llegar y por qué camino hay que ir. Es decir que mientras muchos buscan, Pepe ya llegó, claro está, luego de una búsqueda incansable a lo largo de su vida profesional. Y si bien cada cosecha propone un nuevo desafío, hay cuestiones técnicas que para él ya están fuera de discusión, logrando una consistencia es sus vinos digna de admiración. Fue el creador de los grandes Cabernet Sauvignon, Chardonnay y Malbec que sirvieron de trampolín para que toda una generación vínica pueda lucirse hoy en el mundo con los flamantes vinos argentinos. Y hoy está en su lugar preferido, porque el Valle de Uco es un terruño de ensueño para él. Para lograr grandes vinos, más allá del equilibrio de las plantas y el mejor manejo vitícola, hay que saber qué clon elegir y cómo vinificarlo para obtener lo que se quiere. Y eso que se pretende, está primero en la cabeza del enólogo, y recién luego de un par de años puede empezar a verse en la bodega. Por eso la claridad del winemaker es muy importante. Porque se puede buscar siempre el mejor vino, pero para poder lograrlo hay que saber por donde ir. Pepe está celebrando sus primeras 46 cosechas como él quiere. En familia y haciendo vinos que sacudan paladares, aquí y en el mundo entero. Los vinos de autor de José “Pepe” Galante Puramun Reserva Malbec 2016 Bodega Puramun, Valle de Uco $1350 Malbec de aromas equilibrados, más vegetales que frutales, con muy buena frescura y cierto agarre que aporta carácter y resalta el origen de las uvas. De paladar franco con toques de madurez, trago armónico y fresco, con una vivacidad clásica, pero también con fuerza en al final de boca. No exagera en su expresión frutal, sino que es un vino de aromas y sabores de estilo clásico, con elegancia y una textura bien moderna. Puntos: 91 Puramun Co-fermentado 2015 Bodega Puramun, Valle de Uco $2100 Aromas frutales complejos, equilibrados por el paso del tiempo, con notas de frutas pasas y tierra mojada. Buen volumen y una frescura final con dejos herbales que aportan persistencia a cada trago. De texturas mordientes finas, llena la boca con cierto clasicismo y toques de crianza. Para descorchar o guardar. Puntos: 92 Puramun Reserva Chardonnay 2019 Puramun, Valle de Uco, Mendoza $1350 La experiencia de José “Pepe” Galante con esta variedad se nota en todos sus exponentes, pero acá pone además su gusto personal. Combinando uvas de Paraje Altamira y Los Chacayes, logra un blanco de acidez marcada y con un carácter frutal nítido. Texturas cremosas, a pesar de su fermentación maloláctica parcial, y un final equilibrado en el que asoma leve la crianza (9 meses en barricas francesas 20% nuevas, 80% segundo y tercer uso). Puntos: 91 Puramun Reserva Cabernet Franc 2018 Puramun, Paraje Altamira, Valle de Uco, Mendoza $1350 Aquí se nota muy bien la tipicidad del cepaje, con sus aromas vegetales y herbales típicos, con dejos de madurez. De buen cuerpo y taninos incipientes, hay fuerza y texturas firmes, pero también carnosidad para contenerlas. Es un vino que refleja la añada y puede ganar más equilibrio en botella. Puntos: 91 . 29/01/2022 fuente